jueves, 1 de diciembre de 2016

Neuroestetica: Como nuestro cerebro construye la belleza

Qué pasa en el cerebro de un pintor mientras está realizando su pieza? ¿Qué áreas de la corteza cerebral se activan cuando un escritor o un poeta están dando vida a sus mejores obras?
 El sueño de Semir Zeki, su fundador, es ver qué pasa en la cabeza de grandes artistas a la hora de pensar en su tema o en el momento de la composición de sus obras de arte. En su último libro publicado en 2008, Splendours and Miseries of the Brain, ese científico, apasionado de humanidades, literalmente se sumerge en las distintas composiciones artísticas de la historia a la búsqueda de lo que ya ha postulado desde el principio: todo lo “humano” en el hombre, incluida la producción artística, necesariamente surge de las actividades cerebrales finalizadas a conseguir, evolutivamente, la perfección.

Según Zeki, nuestro cerebro contiene, de por sí, el ideal al cual tiende y que busca representar en la producción artística. Habría una divergencia entre el ideal cerebral y la realidad concreta que siempre falla, que siempre resulta deficitaria, pobre, no a la altura. Resulta claro, según el fundador de la neuroestética, que toda arte es, en definitiva, el resultado de la búsqueda de nuestro cerebro por alcanzar el ideal que contiene y que nunca logra satisfacer. El motor mismo del arte sería esta amargura siempre experimentada de no lograr alcanzar el ideal cerebral.

Los temas abarcados por el científico son múltiples: el arte en todas sus facetas, las relaciones amorosas, la búsqueda de la perfección personal y colectiva, la belleza, el sufrimiento; en definitiva, nuestra visión sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos como seres vivientes.

Tras sus estudios neurocientíficos, el “padre” de la neuroestética propone un claro esquema filosófico de interpretación de la realidad que así podría resumirse: si el conocimiento fluye y se genera a partir de nuestro órgano cerebral, al fin y al cabo, este mismo conocimiento sería explicable por medio de los mecanismos de funcionamiento del cerebro. La formación de los conceptos, así como el juicio estético “bello-hermoso”, son considerados los mayores logros de nuestro aparato cerebral. Este último, sin embargo, tiene su otra cara de la medalla: el concepto sintético producido resulta privado de todas las experiencias vitales empleadas por el sujeto en producirlo. A partir de esta carencia, se engendraría, como mecanismo de compensación por parte del cerebro, la creatividad típicamente humana expresada en las producciones aritisticas.

No cabe duda de que nuestro cerebro interfiere y es mediador de nuestras más nobles actividades, pero esto no quita que el artista siempre será un ser humano en su totalidad, no un cerebro.







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